El menos pensado
1- Chapulín analizado
El analista es un Chapulín. Responde al llamado urgente, desesperado.
Asiste al grito desgarrador de alguien angustiado: Y ahora… ¿Quién podrá ayudarnos?
El analista, al igual que el chapulín, no tiene ningún súper poder. No cuenta con una fuerza exorbitante. No vuela. No puede hacerse invisible y está lejos de ser millonario.
El chapulín, al igual al analista, asiste, se presenta de un salto, sin pensar, sin tener nada calculado.
Ninguno tiene un gran saber, ni siquiera son respetados por sus colegas, y lejos están de ser comprobados científicamente.
Sin embargo, aun si poder exhibir ningún título habilitante, ambos cuentan con el arma más potente de todas: La astucia.
Nadie, ni los médicos más calificados, ni los contadores más medicados, contaban con su astucia.
La astucia y la sorpresa. Los poderes más enigmáticos, que solo poseen aquellos, que, sin pensarlo, acuden al llamado.
2. El analista changarín
El psicoanálisis no es una ciencia. No es una filosofía. Tampoco es un truco de magia burgués para que la cajita sea más feliz.
El psicoanálisis es una Changa.
La changa, la changuita, ese lugar entre lo formal y lo informal, ni adentro ni afuera, sin sueldo ni valor de referencia.
Eso que empieza por un lado y nunca se sabe dónde ni cuándo termina. Donde el motivo de consulta termina siendo diferente a la verdadera demanda.
Cliente y changarín trabajan a la par, se ayudan, se acompañan. Si se los ve de lejos, podría no ser tan evidente quién es quién…
El changarín responde al llamado del que no puede solo, del que necesita una mano. Pero el cliente (en general los varoncitos) se sienten frustrados por requerir esa ayuda. Lo viven como un fracaso de su autonomía. Pero el changarín que es piola en su oficio, le hace creer al cliente contrariado, que fue él quien resolvió verdaderamente el asunto, y que ya no lo necesita.
El psicoanálisis no es un perfume francés del 68 para conquistar voluntades.
No es un discurso que sobrevuela a los demás mirando por encima de su hombro topológico. No es una pasión, no es un sentimiento…es solo una Changa.
Pero ojo que a veces, cada tanto, una changuita te salva la vida.
Fuente: https://www.revistaaji.com/el-menos-pensado-jeremias-aisenberg/